El Tronco de Navidad, el postre definitivo
Desde el siglo XII, o al menos así lo documentan los textos históricos, una de las principales tradiciones navideñas consistía en encontrar el tronco más grande de entre la leña, decorarlo y, el día de Nochebuena, cantar villancicos alrededor de la chimenea mientras el más pequeño de la familia lo arrojaba a las llamas. Las cenizas resultantes de la quema, se guardaban durante el resto del año como amuleto contra los males y catástrofes. Sin embargo, tuvo que llegar la Revolución Industrial y sus cocinas de carbón para que las chimeneas comenzaran a desaparecer y, con ellas, esta tradición medieval.
A finales del mismo siglo, a un pastelero francés, Pierre de Lacam, se le encendió la bombilla y creó el conocido como Bûche de Noël o Tronco de Navidad, un postre a base de bizcocho y chocolate enrollados que sirvió para endulzar la amargura que había dejado el fin de la práctica navideña.
Pero, ¿cómo ha evolucionado este dulce desde su creación a la actualidad? Miguel Moreno, director de producción de las pastelerías Mallorca, nos da la clave definitiva: “Es un producto que en nuestra empresa, hace 15 años, se hacía de una sola forma, pero en los últimos años la gama se ha ampliado hasta ocho tipos diferentes”. Y esto se debe principalmente a que, “aunque las cenas de Navidad nos sigue gustando cocinarlas a nosotros mismos en casa, el postre se encarga a una pastelería o repostería”. Con ello nosotros nos salvamos las espaldas en el caso de que nuestra chica nos invite a cenar con sus padres el día de Nochebuena, porque es la garantía de que lo que aportemos a la mesa navideña estará bien presentado, será típico de la época (“En lugar de comer una tarta, como cualquier otro día del año, se come un tronco”, como explica Moreno) y, sobre todo, será comestible, característica que no se garantiza en el caso de cocinar con nuestras propias manos. Epic Win.
Ahora bien, “el que llamamos clásico es el cocinado con bizcocho de almendra, trufa y mermelada de albaricoque con vainilla”, según nos comenta Miguel Moreno, “mientras que el que nunca falla es el de vainilla y chocolate”. Entonces, ¿cuál elegimos? Si entramos en Mallorca, nos encontraremos con ocho tipologías diferentes, entre ellas la de chocolate, la de tarta de queso y arándanos, o una de las más sofisticadas, la dechampagne y fresas. “Siempre con la idea de tratar de introducir innovaciones, pero manteniendo la receta original e intentando aligerarlo”. Aquí ya va en cuestión de gustos.
Sí, bueno, todo parece bastante apetecible, pero ¿por qué elegir el pastel francés frente a otros dulces igualmente importados de otros países, como el panettone italiano, o el roscón de Reyes patrio? Miguel Moreno tiene de nuevo la respuesta: “El tronco de Navidad es un postre pensado para el postre. Por ejemplo, el panettone resulta perfecto para un desayuno o una merienda con un café o un chocolate caliente, pero no está ideado para tomar después de una comida pesada. En cambio, el tronco de Navidad sirve para complementar los postres típicos como pueden ser los mazapanes o los polvorones”.
Fuente: http://www.revistagq.com
Imagenes: cortesía de Mallorca